sábado, 2 de diciembre de 2017

flott.



Pensó que, si hacía nudos suficientemente fuertes en sus zapatos, no tendría que volver a pararse en la calle. El frío embestía robusto contra todas aquellas personas que caminaban en sentido contrario, el viento embestía contra las cabezas y lo que ocurría era tan simple, como que los cabellos creaban vocales fugaces con formas y, a veces, se podía leer un verso lleno de intemperie, de hebras naranjas o incluso de un azul nunca visto.  Algunas caras se veían desfiguradas porque estaban grises y era un esfuerzo grande pretender no estarlo. Se fijó en las manos que no iban en guantes, los dedos con el frío se adelgazan y parecen más viejos, arrugados y con poco margen de movimiento. En otro continente seguro que se puede jugar a acariciar los peces y esto las haga templadas. Pensó que es importante no desparramarse en lo inconsolable, tu cabeza puede servir de fuego para otra persona, ahora mismo, sin ir más lejos, allá donde voy hay una hoguera que alguien ha cuidado antes de ser ausencia. Impensable luz, mojada luz. 


blautur, 
diciembre 2017